jueves, 5 de septiembre de 2013

Asquejandro de Macedonia

Si alguien de los que lee el blog (vosotros pocos elegidos) me conoce, sabrá de mi obsesión con Alejandrito, ese macedonio que a lo tonto a lo tonto unificó Grecia y conquistó Asia (al menos la parte perteneciente al imperio persa). Así, cuando vi esta biografía suya en una caseta de la Feria del Libro me lancé a por ella. En qué momento.
Voy a intentar ser medianamente objetiva con este libro, aunque dudo que lo consiga. Después de todo, qué narices, este es mi blog y escribo de lo que me da la gana.
Desde el punto de vista del contenido, el libro es correcto. Narra la vida de Alejandro desde su nacimiento hasta su muerte, y tiene un capítulo final sobre la muerte de su familia más cercana (Olimpia, Roxana y su hijo, etc) muy interesante, porque es algo que se suele dejar de lado en otras biografías. Tampoco aporta nada nuevo que otras biografías anteriores no hubieran dicho ya, pero está bien. Faltan mapas, una de las grandes carencias del libro, aunque eso no será culpa tanto del autor como de la editorial, supongo.
Ahora ya, desde el punto de vista del estilo, este libro es una verdadera desgracia. Inenarrable. La primera en la frente es la transcripción que el autor ha hecho del nombre de la madre de Alejandro, Olimpia, llamándola Olimpíade (teniendo un nombre oficial, ¿para qué?), pero bueno, en esto no me meto porque quizá haya razones más profundas para esta elección, aunque no sea de mi gusto. Pero según avanzas en la lectura, te das cuenta de que este señor, catedrático y doctor en Historia Antigua, no sabe distinguir entre “si” y “sí” y parece que las comas le den verdadera urticaria. Yo lo siento mucho, pero que alguien tan “docto” separe sujeto y predicado con una coma y no respete los descansos entre una palabra y su pronombre relativo me hierve la sangre. La cosa llega hasta el punto de que da igual lo que esté contando, porque está tan mal escrito que resulta imposible concentrarse en la lectura. Una vergüenza.
¿Veredicto? No merece la pena. Para nada. A menos que se sea un fervientísimo admirador de Alejandro Magno y este sea el último libro que os falte en vuestra colección, yo no lo tocaría ni con un palo. Menudo suplicio.

Alejandro Magno. Rey de Macedonia y de Asia.
Adolfo J. Domínguez Monedero

Ed. Sílex

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